jueves, 21 de junio de 2012

Camaradéxica y absurdímica

.







Nunca me había sentado en el km. cero.
Podría haberse tratado de un comienzo.

Fuentes de agua incolora, inodora e insípida, rodeadas de gente de todos los colores, gustos y calidades.

Mera espectadora.
Acompañada fictíceamente por multitud de multitudes.
Ninguna me correspondía.

Ayer leí el guión de un futuro curso teórico-práctico introductorio a la Dirección de Cine.

Como puede intuirse, siete días de jornadas intensivas no pueden sustituir toda una carrera.

Pues aún así, el miedo se ha apoderado de mí.
Me refiero a que soy yo la virgen y ellos los maestros.
A que seguramente nada se espere de mí.
Y yo ya estoy visualizando posibles desquicies y tremendas vergüenzas, por lo que me veo abandonando el curso...si me hacen participar y me incomoda...por miedo al mayor de los ridículos.

Mi autoestima hace gala acomplejada de su falta de estima mínima.
Demasiado tiempo últimamente con mi maltratador más asíduo.
Sí, reconocerlo tan abiertamente significa clara manifestación de mi autoconcepción como víctima.

Distancia.
Es mi remedio.

No así puedo de mi jefa, que tras sobrarse sobradamente aniquilando todo ápice de autoestima profesional, nos ha felicitado a mi compañera y a mí por lo bien que hemos resuelto el día, dado el grado de dificultad y exceso de trabajo, bajo mínimos de personal.


Antes de ayer me decido a comprar un móvil, por avería del anterior y esa necesidad supérflua creada para aquellos que apenas tenemos con quién comunicarnos..., y la dependienta me expeta un " tú verás, si quieres yo no te vendo el móvil", ante mi asombro, más bien alucine, y rabia contenida.

Pero creo que me sirvió de ejercicio básico a mi intento de cambio profundo o radical: pensé que necesitaba un móvil, ni rechisté ni puse una hoja de reclamaciones ni a ella mirando pa´ Cuenca.
Del mismo modo, esta mañana, no he sentido taquicardia alguna, sólo he respondido con toda calma a la injusta acusación de la desequilibrada, no por jefa, sino por loca, de mi jefa, y para mi asombro, su gesto iba cambiando ante tanta franqueza y tranqulidad por mi parte.

Y así, no he podido devolver la vida al ratoncito que esta mañana he terminado matando a las séis de la mañana, cuando sólo pretendía salvarlo del maltrato de una de mis gatas..., pero soy tan torpe que antes de darme cuenta, me había cargado una vida...tan frágil, pequeña y dulce que me han dado sinceras ganas de llorar.

Y por qué no contarlo?
La vida de un ser vivo me resulta infinitamente más importante, por insgnificante que parezca en tamaño, que los delirios de grandeza que camuflan los complejos de otra esclava más del Sistema.

Día de diario.

Las banderas tricolores que otrora tuvieran significado..., yacen lentamente en medio del cruento descreimiento de la gente, donde el carpe diem y no mires a quién, ha sustituido todo ideal colectivo de mejora del prójimo.

Barbas blancas y ropas sencillas contra una devastadora falta de fé de que ya nada pueda cambiar.


Mis dos desórdenes emocionales son la camaradexia, por falta de camarada alguno; y la absurdimia: por desmesura de absurdez.

.


No hay comentarios:

Publicar un comentario